Misión

MISIÓN

Nuestra misión en ese mundo ideal, aunque modesta, no deja de ser importante. La erradicación de la pobreza y la desigualdad es una colosal tarea que nos compete a todos, a cada uno en función de nuestras posibilidades. Nuestro papel es el de ser un actor más en la lucha por disminuir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables.

Nuestro compromiso y nuestro esfuerzo es con las personas más vulnerables, que en la mayoría de las ocasiones viven en las zonas rurales, alejadas de los centros de poder político, con menor acceso a los servicios básicos, y en no pocas ocasiones, excluidas totalmente de las estructuras públicas.

Nuestro trabajo en los países en vías de desarrollo se centra en el primer nivel de necesidades. Reconocemos la importancia que tienen las necesidades de tipo más elevado, como son las necesidades políticas, culturales y de autorrealización. Pero, reconocemos que nosotros, como entidad, no tenemos capacidad para afrontarlas, simplemente podemos apoyar los esfuerzos que otros hagan en esa dirección. Por esa razón, nuestros esfuerzos se centran en la satisfacción de las necesidades básicas, las más perentorias y las de primer orden. En consonancia, nuestro trabajo se centra en las áreas como la seguridad alimentaria, el acceso al agua y el saneamiento, la educación básica, y la salud primaria.

VISIÓN

Creemos en un mundo más justo y equilibrado, en el cual todos podamos desarrollar hasta el máximo nuestras potencialidades, con independencia de sexo, religión, raza o credo político. Todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tiene unos derechos básicos que son irrenunciables, y que, además, son responsabilidad solidaria de la comunidad internacional. Las sociedades más ricas tenemos la obligación moral de contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones menos afortunadas.

Los Objetivos del Milenio, y cuantas declaraciones similares puedan producirse en el futuro, son un referente básico a la hora de orientar nuestras actuaciones. En su defecto, entendemos que nuestras acciones deben desarrollarse de manera complementaria a la política española de cooperación, en consonancia con los objetivos estratégicos de la AECID.

VALORES

Los valores de solidaridad, tolerancia, justicia e igualdad de oportunidades son la piedra angular que sustenta nuestra razón de ser. Estos valores fundamentales deben impregnar todo nuestro trabajo y ser la base de nuestro manual de estilo. En la práctica, estos valores se concretan en una serie de actitudes como son el respeto mutuo como reconocimiento a la diversidad, el diálogo como base de resolución de conflictos y la participación como elemento de empoderamiento.

Junto a los valores universales citados anteriormente, en la Fundación La Valmuza tenemos por bandera el valor de la independencia. Ello significa, que no dependemos ni estamos adscritos a ninguna confesión religiosa ni política, ni estamos ligados a entidades profesionales o asociativas que representen intereses particulares. En la Fundación La Valmuza somos única y exclusivamente hombres y mujeres libres, que aportamos nuestro trabajo y nuestros conocimientos en beneficio de las personas más vulnerables de los países en vías de desarrollo.

PRINCIPIOS

La cooperación al desarrollo se basa, sin ninguna duda, en un conjunto de valores que giran todos en torno al componente de ética, solidaridad y altruismo. Sin embargo, y como la experiencia se encarga de mostrar a diario, la solidaridad y la ética, siendo necesarios, no son suficientes para lograr el objetivo que se pretende: la erradicación de la pobreza. Junto a los valores, es necesario incorporar una serie de principios de actuación que posibiliten el logro de los objetivos previstos. Se trata, en definitiva, de alcanzar la eficacia en lo que hacemos. La eficacia en el desempeño de nuestras acciones, no es sólo un principio que debe inspirar nuestras actuaciones, es sobre todo una necesidad y una obligación.

La necesidad de ser eficaces nos obliga a trabajar con profesionalidad. Trabajamos con personas, lo que quiere decir, que lo primero es el respeto hacia ellas, y eso sólo es posible desde la competencia en el desempeño de nuestras acciones. Profesionalidad no significa, sin embargo, que todas y cada una de las acciones de nuestros equipos tengan que ser remuneradas monetariamente. Trabajamos con personas con la formación adecuada y con la experiencia necesaria, pero que además, lo hacen de forma altruista, sin recibir nada a cambio.

La cooperación al desarrollo es, de alguna manera, la expresión de la solidaridad colectiva de una sociedad, con los países menos favorecidos. Las organizaciones que trabajamos en desarrollo sólo somos los gestores de los fondos que esa sociedad nos ha confiado. Ello exige transparencia en nuestra gestión y rendición de cuentas de nuestra labor. No tenemos derecho a defraudar a quienes confiaron en nosotros, y tenemos que ser exquisitamente rigurosos en este aspecto, ya que el comportamiento individual de una organización, afecta directamente a la credibilidad de todo el colectivo de ONGDs.

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